martes, 22 de junio de 2010
LA PODEROSA ZARZA QUE ARDE un mensaaje a la conciencia
El hombre a lo largo de su existencia ha tenido diversas experiencias extrasensoriales, cosas que ha logrado percibir más allá de sus sentidos naturales, y experiencias que han marcado, e incluso cambiado su idea de Dios.
Indudablemente, se es una persona antes de una experiencia espiritual, y se es otra muy diferente después de tener una experiencia o un encuentro con Dios.
Moisés se encontraba realizando la tarea diaria que le correspondía hacer, que consistía en cuidar el rebaño de Jetro, su suegro, cuando observó algo que él nunca antes había observado: una zarza que ardía y que no se consumía.
Era increíble, era una experiencia sobrenatural, algo extraña e incomprensible para él.
Pero note usted que la actitud de Moisés no fue de indiferencia, sino que él queriendo saber que era aquello, dice la Biblia que se acercó a ver porque la zarza ardía y no se consumía.
Era común observar en el desierto, y por cierta época del año en que el calor era mucho más abrasador, como estos pequeños arbustos ardían espontáneamente por la actividad solar, pero se consumían casi de manera instantánea, por eso la extrañeza de Moisés.
Pero mayor sorpresa fue para él, que el arbusto le hablara, y le llamara por su nombre: ¡Moisés, Moisés! Pero no era el arbusto, era Dios hablándole, y le dijo:
“YO SOY EL QUE SOY”.
Quizá usted ha asistido a un culto pentecostal con curiosidad, y muchas cosas que usted ha observado allí le parecerán extrañas, nuevas e incomprensibles. Tal vez usted se ha acercado a ver una zarza que arde y no se consume, pero esté atento, porque en cualquier momento Dios te va a llamar de en medio de la zarza, y si oyes hoy su voz, no endurezcas tu corazón.
El objetivo de congregarse es tener un encuentro real con Dios y no un encuentro social. El objetivo real de congregarme es darme cita con Jesús para sentir su presencia y llenarme más de El.
Dios siempre ha querido acercarse al hombre, es el hombre quien no se quiere acercar a Dios. Dice la Biblia: “Acercaos a Dios y El se acercará a vosotros”;es decir, existe un acondicionamiento, Dios quiere acercarse a tu vida, quiere que tengas una experiencia con él, quiere impartirte su amor, su bendición y hacerte partícipe de sus promesas, pero El también espera que usted le salga al encuentro, se acerque a él, sin temores, sin reservas, sin miedos, sin prejuicios.
Porque hay quienes temen acercarse a Dios por el miedo al que dirán; otros, por los prejuicios sociales, culturales, incluso religiosos.
Pero déjeme decirle, que en Dios no existen tales prejuicios, porque él, que es poderoso, no hace acepción de personas. El siendo el Rey del Universo, no hace distinción de clases sociales, le da igual el de estrato 1 bajo, que el de estrato 6 alto; porque lo que a Dios le interesa de ti no es tu posición social o económica, sino tu corazón.
Hay quienes ponen obstáculos para venir al encuentro con Jesús, pero libérese de todo prejuicio y pensamiento contrario y disponga su corazón para tener un encuentro con Jesús, un encuentro real con el Rey del Universo.
La experiencia de aquellos que hemos tenido un encuentro con Jesús es sencillamente hermosa. Hay muchas formas de tener encuentros con Dios, las experiencias son variadas, lo que si no varía es que antes que este encuentro se produzca, debe existir en nosotros una exaltación, un reconocimiento, la aceptación del Señorío de Cristo sobre nuestra vida.
Jesús es el Señor de nuestra vida, y la mejor forma de reconocerlo es exaltándolo y rindiendo nuestra vida a El.
Para muchos, tener un encuentro con Jesús, resulta algo difícil, porque ven a Dios como un ser inalcanzable, lejano, como de otra galaxia... Pero como dijo alguien: “Dios está a la distancia de una oración”, si tu le alabas de corazón, el se hace presente y se manifiesta a tu vida para que tengas un encuentro real con El.
Dios habita en luz inaccesible, El está sentado sobre un Trono Alto y Sublime, pero cuando hay un pueblo y corazones sinceros, dispuestos para Dios, que comenzamos a adorarle, a exaltarle, a alabarle en espíritu y en verdad, entonces la gloria de Dios desciende sobre aquel lugar y su presencia se manifiesta de una manera especial y maravillosa en la vida y el corazón de cada adorador.
La alabanza traspasa de manera insospechada los linderos de lo espiritual, es tan poderosa que atraviesa las esferas celestiales y llega hasta el tercer cielo, a la misma presencia de Dios. Allá donde están los ángeles, los querubines y serafines, adorando a Dios, hasta allá llega su alabanza y la mía, y Dios se manifiesta en la congregación, y empezamos a experimentar algo maravilloso en nuestra vida.
Romanos 11:33-36: ¡Dios es inmensamente rico! ¡Su inteligencia y su conocimiento son tan grandes que no se pueden medir! Nadie es capaz de entender sus decisiones, ni de explicar sus hechos.
¿Sabe alguien cómo piensa Dios? ¿Puede alguien darle consejos?
¿Puede acaso alguien regalarle algo a Dios, para que él esté obligado a darle algo a cambio? En realidad, todo fue creado por Dios, y existe por él y para él. Así que, ¡alabemos a Dios por siempre! Amén.
Sólo uno debe ser el dueño de nuestra exaltación, sólo para él debe ser nuestra adoración, para Jesús, el único merecedor de alabanza.
Salmos 71:6, En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; De ti será siempre mi alabanza.
Hay un llamado para ti amigo, que por la gracia de Dios estás leyendo este mensaje en este momento. Un llamado de parte de Dios para que te encuentres con Jesús. Dios te está hablando, ¡Siéntelo!. Jesús está aquí, usted está aquí, este es el momento para que este encuentro se de, todo depende de su interés por tener un encuentro con Jesucristo, el Señor de tu vida. Salmo 95.
Éxodo 24:12 al 18: Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.
Ven a encontrarte con Jesús, el te está llamando, así como llamó a Moisés de en medio de la zarza, él te llama, porque quiere tener un encuentro contigo, él tiene grandes propósitos para tu vida. Acércate a Jesús con confianza, ven a encontrarte con Jesús, acércate a él con alabanza, con adoración, y siente, experimenta la realidad de Dios en tu vida, acércate al monte de Dios, a la presencia de Dios. Hebreos 12:18 al 26.
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